Intentando hacerme respetar, querer ser alguien más sin miedo ya a mirar atrás; a dejarlo todo y no volverlo a retomar.
Enmudecida, con tanto revoqueco por mi mente;
mi voz, las vuestras y el constante eco latente.
Frágil, callándolo todo y sin decir nunca de más;
intentando no ir dejando mi autoestima por detrás.
La mirada oscura, como la visión del resto;
sin ayuda de nadie ni de sus afectos gestos.
Me tatué con tinta amarga que querer no era poder,
era un repetido intento de probar y descender.
Bañándome cada noche en uno más de mis complejos,
soñando con cambiar mi parecer y el de los vuestros.
Escondiéndome de toda pupila ajena,
procurando no ser una más contando penas.
Esquivando cada dardo que llevara a mi desvena
y clavándomelos yo, una y otra vez, fuera de escena.
Atada a una vida que encadena,
saliendo bajo focos a duras penas.
A día de hoy no me convenzo de lo que no puedo ser,
me aseguro de ser yo por encima del ayer;
de las risas, las críticas y más tarde de los llantos,
de lo que pudo y no me terminó encantando.
Y aquí sigo, a contra viento,
tras escritos a fuego lento sobre lo que solo yo siento.
Sin hacerme de más,
pero tampoco de menos;
sabiendo que puedo si espero y contengo mi miedo.
Queriendo al que me quiere y creciendo por dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario